HAMBRE, POBREZA Y DESOCUPACIÓN EN CUENTA REGRESIVA A LA ESPERANZA

MARÍA JOSÉ LUBERTINO·JUEVES, 28 DE NOVIEMBRE DE 2019

El favorable impacto del resultado de las PASO en la ciudadania y la bocanada de aire fresco que significó pensar que pronto habrá un cambio se ve empañada todos los días por las lapidarias noticias económicas y sus lamentables consecuencias sociales.
A los alarmantes datos de creciente desocupación, subocupación y cierre de pymes se suma nuevos escalofriantes datos de pobreza, indigencia e incesante inflación.
La pobreza llegó al 35,4% en el primer semestre del año – según el INDEC-: el índice más alto de toda la era Macri y el más alto posterior a la crisis de 2001. La indigencia aumentó al 7,7 %. Con una población estimada en cerca de 45 millones de habitantes, son 15,9 millones los argentinos pobres, mientras que los indigentes son 3,4 millones. Para fines del 2019 se estima que la pobreza alcanzará al 40% de la población, cuando se registre el impacto de la última devaluación.
Para niños/as de 0 a 14 años la pobreza supera el 50%. Más de la mitad de los/as niños/as argentinos/as son pobres!
La malnutrición en todo el país está por encima del 40% en el sector más bajo de la población (Isepci, 2019). Según la UCA 6 millones de personas pasan hambre. Más de 8 millones de niños/as sufren algún tipo de vulneración en sus derechos. De ese total más de 5 millones pasan hambre o no acceden a los nutrientes necesarios para desarrollarse. El 20% de los/as chicos/as que habitan suelo nacional sufren desnutrición crónica.
Más de 22 millones de personas que no tienen cobertura de salud.
El desempleo en Argentina superó este año los dos dígitos por primera vez desde 2006. Creció en el segundo trimestre alcanzando el 10,6% y se calcula que será mayor en el tercero. Un 18,3% de las personas ocupadas está buscando un segundo empleo porque no le alcanza para vivir. La situación de las mujeres y de los/as jóvenes es la más grave, llegando la desocupación en el caso de las mujeres jóvenes a superar el 20%.
La mitad de la población en la Argentina tiene ingresos mensuales inferiores a los 10.000 pesos (según Indec) y el 66% de la población gana menos que la Canasta Básica.
Cerraron 19.131 firmas entre junio de 2015 y junio de 2019, en base a datos de la AFIP.
La inflación tuvo una suba interanual del 54,5% (de agosto 2018 a agosto 2019) aunque la de los alimentos supera el 58%.
La Argentina pasó de no deberle dinero al FMI en 2015 a ser el primer deudor a nivel mundial en 2019. El préstamo otorgado el año pasado, de 57 mil millones de dólares, fue el más grande que realizó el organismo multilateral. El actual gobierno nos ha endeudado a un ritmo récord: el Tesoro ha emitido deuda en moneda extranjera y en pesos por 163.985 millones de dólares; y si a ese monto se le suman las emisiones de Provincias y Privados en moneda extranjera, la cifra total alcanza los 190.081 millones de dólares. Entre 2022 y 2023, el Estado enfrentará vencimientos cercanos a un décimo del PBI, entre la deuda privada y la deuda al FMI.
Sin embargo, las ganancias de los sectores más concentrados de la economía han sido muy elevadas.
Aunque faltan los resultados del 27 de octubre, todo el sistema da cuenta de que ya estamos en una transición. Es innegable el fin de ciclo y la crisis al interior del bloque de poder hegemónico que llevó a Macri al gobierno. Ante el clamor popular en las urnas de las PASO le están quitando el respaldo sus propios apoyos en lo que fuera el sistema mediático de blindaje, el sistema financiero, el sector empresario y hay movimientos en el ámbito judicial y hasta en el sistema político.
La democracia no resiste más este ajuste
Aunque la asistencia a comedores escolares y comunitarios se acrecentó en casi un 400% en los últimos 18 meses- producto de la debacle que el propio gobierno generó-, en los barrios más humildes la escasez y la vulnerabilidad son la moneda corriente.
El gobierno continua con sus medidas económicas. Caen las reservas y es creciente la preocupación por la mala gestión de la crisis. Macri en su incapacidad perdió la brújula. Primero dejó disparar el dolar. Luego sumó medidas cosméticas y electoralistas en la emergencia. Parches a los ponchazos. No hay plan y no se arregla con medidas sueltas como sacar el IVA en 12 productos que no cambia demasiado y que -aunque atendible desde los/as consumidores/as- termina desfinanciando a las provincias y generando dificultades para pagar sueldos o para mantener servicios básicos dignos en educación y salud o sostener la inclusión social.
Nos esperan dos meses y algunos días muy difíciles hasta la asunción del nuevo gobierno. La prioridad será evitar el hambre y aliviar de inmediato el impacto en niños/as y adultos/as mayores. Pero la cuestión de fondo para disminuir pobreza y las desigualdades es reorientar el modelo productivo nacional y dejar atrás un esquema impositivo regresivo.
Hay que generar una política industrial que no se estanque en el modelo primario exportador. Hay que apostar a innovar, al conocimiento, a la ciencia y la tecnología, a las pymes, a las energías renovables, a la construcción eficiente, al transporte sustentable, a la agroecología segura y soberana, al turismo, a las industrias culturales, a la economía circular. Pero fundamentalmente hay que recrear la confianza en la política como instrumento de cambio. Para esto hay que fundar y confiar en una democracia federal y participativa.

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