La Confitería del Molino abrirá por primera vez en 14 años para que el público vea cómo recuperan el edificio

Nota por Karina Niebla

01/11/2018 – 13:38

Entrar con traje de buzo para inspeccionar el tercer subsuelo inundado, revolver entre residuos para encontrar restos de vitrales, juntar las libretas donde los pasteleros escribían sus recetas en tinta china. Estas son algunas de las tareas de limpieza, recolección y reparación previas a una restauración titánica: la de los 6.900 metros cuadrados de la Confitería del Molino tras más de dos décadas de abandono. Y este sábado 10, el público va a poder visitarla por primera vez en 14 años. La abrirán parcialmente durante la Noche de los Museos.

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Hasta hace apenas dos meses todo era abandono, frío, humedad y mucha historia en el emblemático edificio de Callao y Rivadavia. Pero hoy la confitería ya da muestras del esplendor perdido, que será recobrado por completo cuando finalice su restauración, una tarea que demandará al menos tres años. Para aliviar un poco la ansiedad, podrá “espiarse” el proceso en el marco de La Noche de los Museos, desde las 20 del sábado 10 hasta las 3 de la mañana del día siguiente. La última vez que habían abierto el edificio fue en septiembre de 2004, cuando la entonces Secretaría de Cultura porteña organizó allí la muestra cultural Estudio Abierto.

Mientras tanto, ya hay una partida del presupuesto nacional 2019 destinada a esta primera etapa de la recuperación: 17 millones de pesos, a los que podrían sumarse otros fondos de Nación, Ciudad y presupuestos de años próximos. Todo bajo la supervisión de la Comisión Bicameral Administradora del Edificio del Molino, integrada por diputados y legisladores, que se creó a principios de julio tras la transferencia del inmueble al Congreso de la Nación, en enero.

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Para pensar en la restauración antes hubo que avanzar sobre reparaciones urgentes. Una de ellas fue el agua que invadió los subsuelos, especialmente el tercero. Es por eso que en los últimos días ingresó allí un buzo para analizar la solidez estructural. “Con una técnica lumínica que permite ver debajo del agua, se pudo determinar que era mejor apuntalar primero, porque si sacás el agua de golpe, generás un vacío y eso puede deteriorar la estructura”, explicó la especialista en estudios culturales Mónica Capano, asesora de la comisión.

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Por lo pronto, ya se retiró el andamio que cubría las fachadas y que dificultaba las tareas de apuntalamiento del segundo subsuelo. Además, Aysa cambió la cañería exterior y el Gobierno porteño reparó los desagües pluviales.

Capano se encarga de coordinar la recolección de objetos históricos del edificio y su contextualización. “Encontramos un delantal colgado, lo que nos da la pauta de que la confitería cerró de un día para el otro. También, juntamos libretas de hule negro con las recetas que escribían los maestros pasteleros en tinta china con pluma cucharita. Y hasta descubrimos un cartel con un mensaje inesperado: decía ‘Teléfono sólo para damas”, contó la especialista.

 

Dentro de la Confitería quedó la maquinaria en la que elaboraban sus especialidades.

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Otra refacción clave en la confitería es la de la marquesina, cuyas estructuras están vencidas. “Se desarmó para retirar el vitral que tenía, catalogarlo y recuperarlo”, detalló el secretario administrativo de la comisión, Ricardo Angelucci. También se removió una de las agujas del reloj, que había perdido su posición, y el vitral de la cúpula, a fin de restaurar ambos elementos. El coronamiento, en tanto, se cerró para que dejara de ingresar agua.

A las reparaciones se les suma lo que se llama una “limpieza profesional”: los restauradores revisan lo que para cualquiera parecería basura pero que para ellos, con ojos de expertos, es una mina de oro de patrimonio. Es que allí encontraron numerosas piezas de vitrales y hasta papeles de envoltorios.

Los restauradores también descubrieron boiserie debajo de capas de pintura en el salón pequeño del primer piso, que fueron sacando con bisturíes. Y limpiaron las columnas de la planta baja, que parecen de mármol pero son de estuco.

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En La Noche de los Museos, que tendrá lugar desde el sábado 10 a las 20 hasta las 3 del domingo, podrán visitarse espacios de la planta baja y el primer piso del edificio, donde funcionaron la confitería y los salones de fiestas respectivamente. En ese primer piso se está retirando el parqué actual para descubrir el original, de roble de Eslavonia con diseños geométricos. En la planta baja, en tanto, se levantaron y se están limpiando las cortinas, los vidrios perimetrales y los vitrales, que exhiben escenas de Don Quijote de la Mancha.
Durante el evento nocturno, “podrán observarse elementos de restauración en mármol, madera y bronce”, precisó el diputado puntano José Riccardo (San Luis), miembro de la comisión. También habrá una muestra de fotos y, para la gente que espere para ingresar, “algunas sorpresas”, adelantó Capano.
Otro paso clave en el que se trabaja es reconectar la luz, ya que el edificio tenía una conexión precaria. También se abrieron las ventanas que dan a Callao.

Pero todavía falta para lo que demandará más tiempo y dinero: las reparaciones estructurales: fachada, cubiertas y terrazas. En esos trabajos, para los que ya están preparándose pliegos de licitación, participará el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, que actualmente está haciendo estudios para elaborar el proyecto de restauración.

“La confitería no estará lista al menos hasta dentro de tres años, porque no todos los trabajos pueden hacerse en simultáneo: hay algunas obras que deben iniciarse recién cuando estén finalizadas otras”, aclaró Angelucci.
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El equipo que trabaja hoy en el Molino está integrado por 30 personas: 20 restauradores y 10 asesores, entre ellos arquitectos y especialistas en campos diversos como estudios culturales, vitrales y maderas. También participan el Ministerio de Ambiente y Espacio Público y la Subsecretaría de Emergencias -ambos del Gobierno porteño- y el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación. Se planea a su vez firmar convenios con la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y la Universidad de San Luis (UNSL) para sumar expertos de otras disciplinas, como preservación fotográfica y restauración del museo de sitio.

Fotos por Maria Jose lubertino durante la visita a la confiteria en la noche de los museos.

Nota Original en Clarin.com

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