Teatro de la Ribera: buscan frenar su demolición con una audiencia
En La Boca, los vecinos están preocupados porque la sala donada por el pintor Benito Quinquela Martín será objeto de cambios y remodelaciones por parte del GCBA que, para ellos, no son claros. La sala queda en Pedro de Mendoza al 1800, pleno La Boca.
El miércoles al mediodía, los vecinos de La Boca realizaron un “abrazo” solidario y una inspección ocular al Teatro de la Ribera, ubicado en Pedro de Mendoza al 1800, donado al Estado por el pintor Benito Quinquela Martín, célebre vecino del barrio. El motivo de la movilización responde a la comunicación del GCBA, vía Boletín Oficial, que indicó, en diciembre, que el espacio sería objeto de una demolición parcial para poder llevar a cabo las reformas necesarias tendientes a optimizar el funcionamiento edilicio en el que se dictan distintas actividades de formación artística y, también, para la construcción de una escuela técnica. Además, de acuerdo al documento firmado por el director general de Interpretación Urbanística del ministerio de Desarrollo Urbano, Ramón Antonio Ledesma, la demolición parcial es necesaria en la medida en que se deben adecuar las instalaciones del teatro en términos de hacerlo accesible a las personas discapacitadas. Puesta en valor, le dicen.
Pero muchos son los vecinos del barrio que aseguran que no están claras las modificaciones que se pretenden realizar, ni los tiempos de obra, teniendo en cuenta la historia reciente en el rubro (la polémica “puesta en valor” del Teatro Colón, por ejemplo), y la condición de la sala: además de la historia ribereña que contiene, en 2009 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Y están muy preocupados, entonces, por la demolición.
María José Lubertino, precandidata a jefa de Gobierno y titular del Observatorio de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la Ciudad de Buenos Aires, participó de la manifestación en el teatro de La Boca que tiene capacidad para 643 espectadores (platea baja y platea alta o pullman), un escenario de 11 metros de embocadura y 14 metros de profundidad y, quizás lo más importante, unas ocho pinturas de Quinquela en sus paredes.
En charla con Noticias Urbanas, la exlegisladora porteña comentó: “La directora del teatro no tiene cabal conocimiento de las refacciones que van a hacerse. Desde el GCBA le dijeron que se harían en la temporada de verano, en enero, pero no se hicieron. Allí se planifica disponer un ascensor, hacer un baño para discapacitados, reformar la pendiente de la rampa y levantar otro salón en el tercer piso. Pero luego le dijeron que la obra empezará en febrero. Ella cree que la sala y el escenario no se van a tocar, pero no tenemos esa seguridad”.
“Preocupa este tipo de iniciativas porque está en juego un espacio cultural de altísimo valor patrimonial y urbanístico”, siguió Lubertino. Y agregó: “Las autoridades del teatro van a tratar de conseguir el proyecto de obra, al que nosotros no tuvimos acceso, para hacer una reunión con los vecinos, que por estas horas están muy inquietos, para saber qué se va a hacer. En realidad, las cosas no deberían ser así: por Constitución se tendría que llevar a cabo una audiencia pública, en la que los comuneros informen al barrio los pasos a seguir. Los vecinos seguramente la van a pedir”.