El Congreso del otro lado del recinto: malhumor, famosos y políticos en campaña
En Ámbito
La jornada laboral se estimaba larga entre los periodistas que llegaron muy temprano al Congreso para ubicar estratégicamente sus cámaras en el salón de los Pasos Perdidos. Allí, en el recinto ubicado entre la entrada principal por la que ingresó Cristina de Kirchner y la presidencia de la Cámara de Diputados donde emitió su discurso, se suponía sería lugar reservado exclusivamente para la prensa, pero no fue así.
Las medidas de seguridad, que por primera vez iban a estar a cargo de Casa Militar y no de personal del Parlamento, no revistieron inconvenientes para los acreditados a la hora de ingresar al edificio. Los empleados del Congreso se identificaban con prendedores de colores y un número según el acceso que tenían dentro del edificio, lo mismo que algunos invitados. Así, por ejemplo, quienes portaban color blanco podían transitar libres por todo el edificio, mientras que algunos funcionarios como el titular del AFSCA, Martín Sabatella, llevaba uno azul.
El arribo de la mandataria se amenizaba con fotos con alguno de los actores que se pudieron ver pulular en el Congreso, como Nancy Duplaá, Paola Barrientos, Juan Minujín o Luis Machín comiendo algún refrigerio gracias al catering dispuesto por el presidente de la Cámara baja, Julián Domínguez, o apostando cuánto duraría el último discurso de Cristina a la Asamblea Legislativa.
Prensa de todas partes del país y del exterior llegaba y apostaba sus cámaras en las plataformas dispuestas especialmente, mientras por los pasillos se paseaban empleados legislativos para los cuales la visita de la Presidente es un día especial. El malhumor entre los periodistas apareció minutos antes de que la Jefa de Estado ingresara al recinto. Sucedió que militantes y empleados se ubicaron sobre las vallas para saludar a la mandataria e impedían a los canales de televisión tomar imágenes. Hubo entrecruces y alguna chicana sobre la prensa opositora, que, afortunadamente, no pasó a mayores.
Las casi cuatro horas de Asamblea Legislativa requirieron de mucha concentración para quienes estaban oyéndola desde sus bancas o desde las barras. Algunos que debieron abandonar momentáneamente el recinto, como el actor Juan Minujín y el titular del Sindicato de Peones de Taxis, Omar Viviani; Nancy Duplaá, quien aprovechó la escapada para saludar muy efusivamente al grito de «¡Vamos, vamos!» a la periodista Cynthia García; y el ministro de Seguridad bonaerense, Alejandro Granados, que pasó un buen rato conversando con el fotógrafo presidencial Víctor Bugge.
Mientras, en el Salón de Conferencias, el otro dispuesto para la prensa, los fotógrafos despachaban las imágenes a sus medios o agencias y comentaban la ausencia de papelitos. Este año la Presidente fue recibida por una lluvia de pétalos de rosas que le quitó un poco de liturgia peronista al evento. Mezclada entre la prensa estuvo todo el tiempo la exlegisladora y precandidata a jefa de Gobierno porteño María José Lubertino, siempre presente en todo tipo de evento kirchnerista invitada o no, quien se la pasó tuiteando el discurso presidencial.
En un año electoral, con varios precandidatos sentados en las bancas, nadie quiso perderse la oportunidad de emitir su opinión en el momento de las repercusiones. Como nunca, muy amablemente, los diputados se prestaron a todo tipo de preguntas en Pasos Perdidos para todo tipo de medios. Algunos se escaparon rápidamente, como Francisco De Narváez o Sergio Massa, que solo habló con los canales de televisión todos juntos de una sola vez. Hubo gobernadores que también se retiraron casi a las corridas, como el de Chubut Martín Buzzi, cuya provincia atraviesa una seria crisis producto de los incendios forestales.
Cuando ya el recinto había quedado vacío y la mayoría de los legisladores había concluido su ronda periodística, un funcionario aún hablaba amablemente con los periodistas: Florencio Randazzo. El precandidato presidencial más elogiado en público por Cristina fue el último en retirarse de un Congreso que se prepara para un año legislativo tranquilo, porque la mayoría de sus miembros estarán de campaña.