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En defensa de la mujer, un clamor recorrió el país: #NiUnaMenos

En La Nación

o sólo fue una convocatoria multitudinaria que copó la plaza del Congreso con más de 150.000 asistentes y logró aunar banderas discordantes bajo un mismo lema: gritar contra los femicidios y modificar una cultura de violencia. No sólo fue un acto que pidió estadísticas oficiales y que se pongan en práctica las herramientas legales que existen hoy en la Argentina para frenar este drama. No sólo fue un encuentro donde personas -en su mayoría, mujeres- de todas las clases sociales, credos e ideologías visibilizaron con sus carteles de #NiUnaMenos, la consigna más repetida de los últimos días, una problemática que muchas veces es subestimada o atendida demasiado tarde.

La concentración de ayer, que fue convocada básicamente por las redes sociales y que tuvo réplicas en ciudades de todo el país, fue también la chance para muchas mujeres de perder el miedo, la vergüenza o la impotencia y acercarse a la plaza para decir «acá estoy», «yo lo sufro», «yo lo sufrí», y contar su historia en una remera pintada a mano, o descargar su angustia al escuchar las palabras de un discurso que finalmente hablaba de ellas y por ellas.

Fue también la chance para muchos familiares de chicas asesinadas de pedir una vez más esa justicia que aún no consiguieron.

«En 2008 mataron a una mujer cada 40 horas; en 2014, cada 30. En esos 7 años, los medios publicaron noticias sobre 1808 femicidios. ¿Cuántas mujeres murieron asesinadas este año sólo por ser mujeres? No lo sabemos. Pero sí sabemos que tenemos que decir basta.» Así empezó el discurso de ayer, pasadas las 17. El texto se dividió en tres partes y le pusieron voz la actriz Érica Rivas, el actor Juan Minujín y la dibujante Maitena. Detrás, pendientes de la organización, estaba el puñado de periodistas -Marcela Ojeda, Ingrid Beck, Hinde Pomeraniec, Florencia Etcheves y Valeria Sampedro, entre otras- que después del asesinato de la joven Chiara Páez, en Rufino, se preguntaron en Twitter: «¿No pensamos hacer nada? Nos están matando a todas».

Y lo hicieron. Porque ese interrogante canalizó las inquietudes de muchas más personas, que adhirieron, retuitearon, compartieron y escribieron y dibujaron sobre una temática que ayer se puso sobre la mesa para exigir que la sociedad y quienes tienen en sus manos las herramientas institucionales den una respuesta.

«En estos años, los femicidios dejaron cerca de 1500 niñas y niños huérfanos y algunos de ellos están obligados a convivir con los asesinos. El problema es de todos y de todas. La solución hay que construirla en conjunto. Necesitamos sumar compromisos para cambiar una cultura que tiende a pensar a la mujer como objeto de consumo y descarte y no como una persona autónoma», leyó Érica Rivas.

La primera ovación de la gente llegó cuando Rivas dijo que el femicidio no es un asunto privado, que es producto «de una violencia social y cultural que los discursos públicos y de los medios vuelven legítima cada vez que alguien le dice puta a una mujer porque ejerce su sexualidad libremente, cada vez que alguien la juzga por las medidas de su cuerpo, cada vez que alguien la mira con sospecha porque no quiere tener hijos, cada vez que alguien pretende reducirla simplemente al lugar de la buena esposa o la buena madre, destinada a un varón».

Cómo se vivió el minuto a minuto de la marcha #NiUnaMenos en las redes sociales

En ese lugar de reducción y hostigamiento vivió durante catorce años Nélida Puente. Ayer, escuchaba atenta el discurso con la remera que había terminado de pintar horas antes de viajar desde Isidro Casanova hasta el Congreso. «Fui una víctima. Ni una menos», se podía leer en la parte delantera. Detrás, había dibujado las formas en que se ejerció esa violencia: un puño, un cuchillo y fuego. «El primer golpe me lo dio el 21 de septiembre de 1990 -dijo a LA NACION-. Un cachetazo de mi marido. Después, varias veces tuve que dormir en el techo de mi casa, y durante el embarazo de mi tercera hija me dio tantos golpes que nació con una malformación congénita. Catorce años después dije basta, pero ya me había desfigurado el rostro.»

El fallecimiento de su marido resultó su liberación. Y pese a lo trágico de su historia ayer se sentía fuerte, de hecho fue la única de sus amigas que se animó a ir al acto. Ellas no: tal vez por vergüenza, tal vez por miedo. «De mi experiencia lo que puedo decir es que no se dejen pegar ni el primer cachetazo ni el primer empujón», dijo.

También hubo muchos hombres en la plaza, como Marcos Gómez y Gonzalo Llanos, ambos de 22 años, que levantaban un cartel que simplemente decía «perdón». Perdón por todas esas manifestaciones machistas que obligan a una chica a cruzar la calle por miedo a un hombre que se acerca.

Del otro lado de la plaza, con carteles pegados sobre las rejas, la agencia de noticias La Vaca les había puesto nombre y edad a 1200 mujeres víctimas de femicidios, que contabilizaron en sólo 48 horas al sumar el registro que lleva la ONG Casa del Encuentro, con otros casos aportados por el grupo Memoria trans y mujeres en situación de prostitución.

Mientras tanto, arriba del escenario, entre imágenes de ilustraciones que se convirtieron en avatares e íconos en estos días, entre cientos de adhesiones de colegios, sindicatos, ONG, agrupaciones políticas y cooperativas, el discurso se centraba en aclarar que los femicidios no deben tratarse como problemas de seguridad. «La lucha contra ellos exige una respuesta múltiple, de todos los poderes del Estado y todas sus instancias, pero también precisa una respuesta de toda la sociedad», dijo Minujín.

Entre el público había muchas caras conocidas. Y de los ámbitos más diversos. Por ahí andaban el creador de la Red Solidaria, Juan Carr; el diseñador Roberto Piazza, y Flor de la V, que tuvo su propia ovación personal con autógrafos incluidos. Y los políticos que regalaron una foto impensada en cualquier otra circunstancia: Hernán Lombardi, María José Lubertino, Emilio Pérsico, Myriam Bregman, Alex Freyre, entre otros, compartieron la plaza, por una misma causa.

Maitena, en tanto, se encargó de puntualizar los aspectos «ineludibles» para llevar el lema #NiUnaMenos a la práctica. La aplicación de la ley de prevención y sanción de la violencia contra las mujeres; la recopilación y publicación de estadísticas oficiales sobre ese drama; la apertura de las oficinas de violencia doméstica de la Corte en todas las provincias y la federalización de la línea 137; garantizar la protección de las víctimas de violencia y el acceso a la Justicia, a través de personal capacitado en cada fiscalía y comisaría, y patrocinio jurídico gratuito.

El cierre llegó una hora después de empezado el acto con un concepto claro: «Ni una menos es un grito colectivo, es meterse donde antes se miraba para otro lado, es revisar las propias prácticas, es empezar a mirarnos de otro modo unos a otras, es un compromiso social para construir un nuevo nunca más».

Un grito colectivo que no cesó en la plaza y siguió retumbando en las calles, con el llanto de Vanesa en Corrientes y Rodríguez Peña cuando su grupo de amigas se sacó las remeras para mostrar lo que tenían escrito en el pecho, ese «ni en tetas tenés derecho a tocarme», que le dedicaron a ella que sufrió la violencia de su padre y ahora de su marido. Un grito colectivo que se charlará en las casas y volverá a las redes sociales para que el tema no se apague hasta que el basta sea una realidad.

En Uruguay y Chile también marcharon

Miles de uruguayos, hombres y mujeres, recorrieron las principales ciudades del país para adherir a la consigna #NiUnaMenos. Uno de los reclamos fue la creación de la figura de «femicidio» en el Código Penal de ese país. «La violencia de género debería avergonzarnos como sociedad», dijo el titular de la Fiscalía de Corte.

En Santiago de Chile, frente al Palacio de La Moneda, más de 300 mujeres se congregaron con afiches y globos color morado para unirse al #NiUnaMenos. Manuela Beltrán, coordinadora de comunicaciones de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, evaluó la actividad como exitosa. «Las mujeres se están dando cuenta de que éste es un problema real contra el que hay que luchar ahora y sensibilizar a la población», dijo. La marcha de las mujeres atravesó el centro de Santiago por el Paseo Ahumada, la mayor peatonal del país.

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