La lluvia desenmascara la inoperancia y la falta de ejecución presupuestaria

Una fuerte tormenta azotó la Cuidad de Buenos Aires y sus alrededores. Otra vez los vecinos/as inundados/as. Otra vez, sólo otra más, la desidia, la inoperancia y la subejecución presupuestaria emergieron como factores medulares de una gestión que, al contrario de la leyenda del rey Midas, quien todo lo que tocaba lo convertía en oro, hace de cada barrio una zona inundable.
La avenida 9 de Julio, que en la historia de la Ciudad nunca fue epicentro de inundaciones, se encontró a media mañana del martes 28 de mayo con agua de vereda a vereda, autos flotando y un caos de tránsito inusitado. Obviamente, la causa fue el desastre ecológico que Mauricio Macri realizó para la construcción del Metrobus, con la tala de numerosos árboles añejos que equilibraban el ambiente y para rellenar toda la avenida de más y más concreto…

Paralelamente, los/as vecinos/as de los barrios de Belgrano, Saavedra, Coghlan, Urquiza y Palermo, entre otros, volvieron a sufrir el pánico, la inundación de sus casas y la pérdida de sus mobiliarios. Y, mientras Buenos Aires colapsa ante cada lluvia, el informe oficial del Gobierno de la Cuidad nos demuestra que la ejecución presupuestaria en materia de obras hidráulicas fue del CERO por ciento. Es decir, no se hizo nada, lisa y llanamente.
¿Hasta cuándo resistiremos los habitantes de esta Cuidad con compuertas, con miedo, caminando con el agua a la cintura, mientras el gobierno del PRO avanza con obras faraónicas que no tienen la urgencia de la renovación y/o entubamiento de los principales arroyos que cruzan Buenos Aires?
Grandes negocios inmobiliarios, decretos que benefician a medios de comunicación monopólicos, desinversión en áreas más que sensibles e inversiones en obras secundarias. Esto no ha demostrado una gestión que ha fracasado rotundamente, que no ha sabido o no ha querido resolverle los problemas de fondo a los/as porteños/as y que sólo ha centrado su vista en la protección de los medios “amigos” y en sus oscuros negocios políticos.
En poco tiempo más los/as vecinos/as de la Cuidad tendremos la posibilidad de renovar el Poder Legislativo, el órgano controlador de las aberraciones macristas. Es imprescindible que, cuando entremos al cuarto oscuro, no se borren de nuestra mente las tristes imágenes que vemos ante cada inundación, ante cada represión policial o ante cada inauguración de obras cuyos fondos fueron aportados por el Estado Nacional. El cambio está en todos/as y en cada uno/a de nosotros/as. Ojalá los porteños/as no nos volvamos a equivocar y realmente confiemos nuestro voto a quienes se interesan por la solución de fondo de nuestros problemas.
Buenos Aires necesita mejorar hospitales, capacitar a sus docentes, mejorar sus establecimientos educativos, construir viviendas para subsanar su grave déficit habitacional. No compremos espejitos de colores, pongámosle un límite al maquillaje cosmético que intenta vendernos el PRO, dándole a la Legislatura el poder de frenar esta gestión que intenta vendernos oro, pero que finalmente, como le ocurrió al rey Midas, se arrepentirá de subestimar la inteligencia de los/as vecinos/as.

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