Maternidad en el espacio público/ El debate que abrió la foto de Victoria Donda
27 de julio de 2015 // En AIM Digital //
Una mamá se abre la camisa y amamanta en público a su hija. Alguien le toma una foto. El problema radica en que no se trata de cualquier mamá: es Victoria Donda, diputada nacional, amamantando a su hija en plena sesión del Congreso de la Nación. Críticas y defensas en los medios de comunicación en torno su pecho desnudo en los escaños de la cámara Baja. AIM dialogó con la docente de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Silvia Primo, quien aportó su mirada acerca de la polémica: “es una cuestión de poder, lo que está bien para unos está mal para otros”.
Aunque no es la primera vez que sucede, –ya María José Lubertino había amamantado a su hijo en el Congreso–, la foto de la diputada Victoria Donda con su hija Trilce en plena sesión de la Cámara de Diputados, recorrió los medios y redes sociales de todo el país generando un aluvión de críticas, llamados al decoro y comentarios sexistas. La imagen generó un debate sobre el cuerpo de las mujeres y los espacios públicos.
Silvia Primo es integrante del Consorcio Nacional de Derechos Reproductivos y Sexuales de Entre Ríos (Conders) y de la Campaña por el Derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Consultada por esta Agencia sobre la polémica, se refirió a la situación que generó la foto:
“creo que se es una contradicción por parte de los medios de comunicación. Quienes cuestionan y critican, tienen una postura muy misógina respecto de la conducta de amamantar, que por un lado se presenta como ‘obligada’, ya que es lo que se espera, y por otro se considera que está mal en algunos ámbitos”.
Por otro lado, señaló que “es parte de un discurso patriarcal en el que la mujer no puede decidir. No puede decidir si amamantar o no, según ella lo prefiera. Me recuerda a la situación de la mujer que no quiere tener hijos y también es cuestionada por eso. El cuerpo de la mujeres siempre está en cuestión”, y continuó diciendo, “además es un derecho que tenemos, pero siempre partimos de la condición en la que se ejerce este derecho”.
Primo abordó uno de los factores que considera crucial para entender la reacción de la sociedad, “principalmente, es una cuestión de poder. Genera mucho prejuicio el poder en la condición femenina. Digamos que una mujer que tiene determinado lugar, una diputada en este caso, se cuestiona que amamante porque está en ese lugar “público”. Pero si la mujer está esperando dos o tres horas con su bebé a que la atiendan en un hospital a nadie se le ocurriría decir nada”.
Asimismo, la docente resaltó a AIM que lo que se pretende entender como un acto privado, tampoco encuentra un espacio físico para que lo sea, “si una mujer viaja en un colectivo una hora hacia su casa, ¿dónde va a darle el pecho a su hijo o hija si no es en el mismo lugar dónde está?”.
El poder y las mujeres
Hace unos años, un estudio sobre los usos del tiempo afirmaba que las mujeres que ocupaban bancas en el Congreso de la Nación (período 2007-2011), se dividían mayoritariamente en dos grupos: las que no habían tenido hijos y las que ya habían pasado su etapa reproductiva. En cambio los varones, no sólo tenían un número mayor de hijos, sino que éstos tenían edades diversas, lo que evidenciaba que el rol de cuidado lo ejercía otra persona.
La “desventaja por la maternidad”, como suele llamarse, está arraigada en todas las esferas de la sociedad y la política no escapa a ella. Esto se debe a la división de responsabilidades de las tareas de producción y domésticas y de cuidado entre varones y mujeres. A su vez, la mayor responsabilidad asumida por las mujeres en el trabajo remunerado se le suma a la realización del trabajo doméstico y de cuidado de niños, adultos, mayores y enfermos. Una mujer que trabaja fuera de su casa sumará en promedio 15 horas semanales más que un varón entre el empleo, la casa y el cuidado lo que disminuye su tiempo de descanso en desmedro de su calidad de vida.
Los números de la participación
La garantía de llegada de las mujeres al poder legislativo por medio de un cupo de participación mínima del 30 por ciento, no la garantiza en otros espacios. En 2010, el Índice de Participación de las Mujeres en Argentina arrojaba que 37 por ciento en la Legislatura nacional, pero si se medían también el poder Ejecutivo y Judicial, era apenas del 15,2.
De la Redacción de AIM