Venta de Costa Salguero y Punta Carrasco: ¿democracia ambiental o negocios inmobiliarios? – Perfil – 25 de abril de 2022
Proponen 8 hectáreas de parque, 3 de playa y un memorial para las Víctimas de la AMIA. Lo que no dicen es que el resto será vendido para emprendimientos de lujo sacrificando este borde costero verde y público.
En los últimos días amanecimos con la feliz noticia que el Tribunal Superior de Justicia de nuestra Ciudad Autónoma de Buenos Aires convalidó la iniciativa popular que propone un parque público en Costa Salguero y Punta Carrasco y confirmó que nuestra propuesta ciudadana cuenta con 53.709 firmas. Por eso, ahora la Legislatura deberá darle tratamiento a lo que propusimos los vecinos.
Ante la necesidad de dar respuesta a cuestiones ambientales, efectos del calentamiento global en zonas costeras, cuestiones de accesibilidad al espacio público y al contacto con el medio natural, política portuaria y aeroportuaria desde la ciudadanía hemos venido debatiendo estos temas, al menos que yo recuerde, desde 1990 y propiciando la recuperación de la costa como espacio verde y público. Así lo consagramos en 1996 en la Constitución de la Ciudad.
En el artículo 8 de la Constitución de la Ciudad instituimos:”…Los espacios que forman parte del contorno ribereño de la Ciudad son públicos y de libre acceso y circulación….” y que “En su carácter de corribereña …, la Ciudad tiene plena jurisdicción sobre todas las formaciones insulares aledañas a sus costas…” que “Serán consideradas como reservas naturales para preservar la flora y la fauna de sus ecosistemas…”.
Por su parte la Ley 2930 del Plan Urbano Ambiental, aún vigente, dice en su art. 9, sobre Espacios públicos: “c) 4. Destinar a uso público a los predios de dominio estatal que se desafecten en las riberas” y en “6. a) Resolver el acceso franco de la población a la ribera”; “d) Preservar con carácter de patrimonio natural e impulsar el uso público de los tramos costeros que aún conserven características naturales” y “e) Preservar el perfil y/o silueta costera de los rellenos existentes”.
Como legisladora entre el 2010 y el 2014 me opuse a la privatización de espacios públicos y a la venta de tierras públicas para negocios inmobiliarios. Luego conformamos desde 2015 diferentes movimientos vecinales desde donde articulamos la resistencia a estos procesos. Desde allí participamos en todas las audiencias públicas, judicializamos muchos casos con variados éxitos y fracasos y organizamos marchas, movilizaciones, abrazos y eventos públicos y callejeros de lo más variados.
Recordemos además que después de varias décadas de proyectos frustrados para recuperar la relación con el río, uno de la Fundación Ciudad había contando con el apoyo del Consejo de Planeamiento Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires -que integramos cientos de organizaciones de la sociedad civil- y que alcanzó el consenso para llegar a la Legislatura el 6 de mayo de 2020- aunque nunca logramos que se tratara-. Efectivamente al vencerse las cuestionadas, ilegales e irrisorias concesiones del Costa Salguero y Punta Carrasco éramos muchas las voces ciudadanas planteando la recuperación costera y la creación de un gran parque verde y público.
A pesar de nuestras movilizaciones, Larreta envió a la Legislatura un proyecto para hacer todo lo contrario. Participamos en una audiencia pública donde la mayoría abrumadora de los 7500 participantes inscriptos/as nos manifestamos en contra. El Ejecutivo y su domesticada Legislatura siguieron adelante. Por ello el rechazo de distintos sectores de la ciudadanía nos llevó a hacer uso del derecho constitucional y recurrir a la Ley N° 40, que regula el procedimiento de iniciativa popular. Y, el 9 de noviembre de 2021, organizaciones sociales, políticas, ecologistas, de DDHH y agrupaciones profesionales presentamos ante la Legislatura un proyecto que logramos fuera apoyado por un total de 53.709 firmas. A través del mismo, solicitamos la derogación de la ley que habilita la venta de Costa Salguero, y la creación de un parque público de acceso libre, gratuito e irrestricto en los predio de Costa Salguero y Punta Carrasco.
Como la transformación extractivista en la Ciudad no para, el 5 de diciembre de 2021, su mayoría parlamentaria aprobó la segunda lectura de la ley (Ley 6289) permitiendo construir torres en esos predios sin escuchar el clamor popular en contrario.
Después de cinco meses, el Tribunal Superior de Justicia porteño dio a conocer el resultado de la verificación de las firmas. La iniciativa popular cumplió con el procedimiento (“Se ha obtenido el número de firmas representativo del 1,5% del padrón electoral de la Ciudad, en los términos de lo dispuesto en el Artículo N° 11 de la Ley N° 40 y no han surgido irregularidades que superen el 10% de las firmas verificadas”) y, por lo tanto, la Legislatura deberá darle tratamiento a la propuesta ciudadana. No pueden seguir ignorando lo que dijimos en las calles y en las movilizaciones.
Paradójicamente el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la misma tarde en la que el TSJ dictaba su resolución se sacaba fotos y subía a sus redes sociales lo que cínicamente llamen el “Plan integral de transformación y recuperación de la costa de la Ciudad para volver a disfrutar el río”. En su estilo disneyficado (donde “lo falso es real”) y gracias a su comunicación prestidigitadora, nos muestran que proponen 8 hectáreas de parque en Costa Salguero con un paseo de usos mixtos (lo que quiere decir que será un patio de comidas y shopping), 3 hectáreas de playa y cierran con el chantaje moral de un memorial para las Víctimas de la AMIA. Lo que no muestran es que todo el conjunto en debate es de 63 hectáreas. Y que lo que no dicen es que el resto va a ser vendido para hacer torres y emprendimientos de lujo sacrificando la voluntad popular que defiende como un bien común este borde costero para que todo sea parque verde y público.
Una vez más la ciudadanía en defensa del ambiente y el Buen Vivir urbano ponemos en jaque a la democracia representativa cómplice del extractivismo urbano. Como ocurrió en Mendoza y en Chubut donde el pueblo salió a las calles sin grieta para enfrentar decisiones de los poderes legislativo y ejecutivo contrarias a su voluntad y que generaban graves e irreversibles daños ambientales. El poder político debió volver atrás sobre sus pasos y revertir sus malas decisiones acorralado por la participación ciudadana.
Debería suponerse que la consagración constitucional de la democracia participativa en nuestra Ciudad debiera evitar que se generen esos conflictos. Sin embargo no es así. De nada valen los textos constitucionales y legales, si la política no se somete a sus reglas. Pero un resorte de reaseguro viene en nuestra ayuda: la iniciativa popular.
A pesar de los escollos que la reglamentación de esta ley plantea que lo han hecho de difícil e infrecuente práctica, en esta oportunidad logramos que funcione. Es la primera vez que se llegan a lograr las firmas suficientes y que el TSJ las convalida. Es un acontecimiento histórico para la participación directa. Ello no hubiera sido posible sin organización política. Un sector de la política escuchó el clamor ciudadano, se sensibilizó y se puso al frente del reclamo. Como debe ser.
Cuando la política escucha avanzamos. Cuando la política se cierra sobre si misma -sean cuales sean sus intereses o motivaciones- y se aparta de la voluntad soberana se quiebra hasta la esencia de la democracia. En estas tensiones estamos.
En la Ciudad, las señales de Larreta y sus acólitos no son buenas. Parecen seguir adelante con su plan privatizador, a pesar de nuestra iniciativa popular, edulcorándonos la venta que se viene marketineando como parque los patios traseros e intersticios de sus edificios de élite. De nuestra capacidad de movilización ciudadana y popular durante este año en el que deben tratar nuestra iniciativa dependerá si podemos torcer el rumbo y ganar la pulseada a los sectores del extractivismo inmobiliario.
En el ámbito nacional son aun pocos los buenos ejemplos de la política que asumen en serio la agenda ambiental y la democracia participativa. Algunos/as han comenzado a aceptar que deben deconstruirse, salir del modelo del falso “progreso” en base a un supuesto “desarrollo” depredador y empiezan a bosquejar algunas acciones para un desarrollo sustentable y sostenible.
Desde el ecofeminismo seguiremos construyendo conciencia ciudadana y apostando a cambiar la política para que escuche, como lo hicimos y logramos con la agenda de género.