Señal de fin de ciclo: Kicillof ante sillas vacías
27 de agosto de 2015 // En La Nación //
El presidente de la UIA, Héctor Méndez, revisaba su celular mientras esperaba que su antecesor, José Ignacio de Mendiguren, se ubicara en una de las sillas de la confitería del hotel Alvear. Le tomó varios minutos entre saludo y saludo, pero casi de inmediato se paró para hablar con el secretario general de la Presidencia, Eduardo «Wado» De Pedro, que se había acercado a la mesa.
Los industriales aprovecharon la buena educación del camporista para transmitirle un pedido a Cristina Kirchner: quieren que vaya al cóctel que organizó la UIA el miércoles 2 de septiembre para celebrar el Día de la Industria, que coincide con la celebración convocada por la Presidenta en Tecnópolis por el mismo motivo. De Pedro se comprometió a pasar el mensaje. Nada hacía parecer que a pocos metros estaba el ministro de Economía, Axel Kicillof , hablándoles a ejecutivos que apenas llenaban un cuarto del salón Versalles, en el cierre del 12° Consejo de las Américas. El 1° de julio, el ministro había colmado la misma sala en un encuentro del Cicyp.
Señales de fin de ciclo. Un año atrás los hombres de negocios hacían fila para estrecharle la mano a Kicillof, pero ahora, en una especie de propiedad transitiva de la política, su interés pasa por Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. Los tres hablaron a salón lleno y recibieron aplausos por igual, pese a que no respondieron ni una sola de las inquietudes que tienen los empresarios.
Mientras un ejército de ejecutivos y operadores deambulaban por los pasillos, abarrotaban los baños y peleaban por una silla para comer algo sentados, Kicillof criticaba a Martínez de Hoz y las políticas de los años 90. La exposición del ministro destapó una de las discusiones que seguirán en los próximos meses. «Dicen que hay que aprovechar la lluvia de dólares. Les recuerdo que el endeudamiento nunca generó desarrollo. El endeudamiento es el programa económico que tienen los candidatos. Los voy a nombrar con nombre y apellido: los Sturzenegger, los Broda, los Melconian», criticó el ministro. Pareció contradecirse con lo que le había dicho minutos antes a un grupo de periodistas Mario Blejer, uno de los asesores económicos de Daniel Scioli. «¿Qué hay en el mundo que no está hoy en contra nuestra? La tasa de interés, y no la podés aprovechar», se molestó el ex jefe del Banco Central.
Una suerte similar a la de Kicillof corrió Alejandro Vanoli, presidente del BCRA, que habló frente a un auditorio semivacío a pesar de que la situación cambiaria es un fantasma presente en los temores del sector privado.
Si se midiera con un aplausómetro, Scioli sacó una luz de ventaja sobre el resto. Varios empresarios se acercaron a recibirlo cuando llegó. Entró envuelto en una maraña de ejecutivos, cámaras y periodistas que no permitían verlo. Adentro repitió el abecé de su discurso proselitista: cambiar lo que hay que cambiar y dejar lo que está bien. «Tengo más fe y esperanza que nunca», insistió el gobernador, a tal punto que contagió a algún empresario, como Marcelo Figueiras, presidente de Laboratorios Richmond y confeso simpatizante del kirchnerismo. «Me gusta ese mensaje», resumió.
Macri dijo que todos sabían qué hay que hacer con la economía, por lo que prefería hablar en términos conceptuales. Algunos lo interpretaron como una argucia para evitar conceptos molestos como devaluación y ajuste. Le prometió al auditorio que tendrá un jefe de Gabinete «casi mudo», para compensar la charla de Jorge Capitanich y de Aníbal Fernández.
Quizá Massa fue el más preciso. Prometió el libre comercio de monedas y la autonomía del BCRA. Cuando se retiraba, la ex legisladora por el FPV María José Lubertino le gritó: «Bajate, Massa». El diputado frenó y le contestó: «Ni en pedo, Lúber, les vamos a romper…». Acompañó la frase con un gestó explicativo.