Adiós a un Presidente con mayúscula y a un compañero
Buenos Aires, 27/10/2010. No recuperados todavía de la muerte del doctor Alfonsín, que nos condujo, nos lideró, en la recuperación de la democracia, en los primeros pasos de la primavera institucional. Que con sus defectos, errores, tozudeces dio cátedra de honestidad, perseverancia, capacidad de diálogo, con adversarios, construcción colectiva, que falleció trabajando por un país mejor con sueños e ilusiones incumplidos, con energía y lucidez. Fue combatido, mortificado, cascoteado injustamente en muchos momentos, y probablemente por las cosas que hizo bien. No dudaríamos hoy después de su muerte, sea cual sea la pertenenencia política, no hay dudas hoy que todos/as lo recuperamos y que sentimos, cuando murió, que la Democracia había logrado llegar a tener un «Abuelo» en nuestro país.
Hoy nos sorprende e impacta la muerte de Néstor Kirchner. Yo sentí y siento, cuando acepté el honor de incorporarme a su gobierno, que era parte de esa continuidad histórica, que si alguien retomaba las banderas que habían quedado insatisfechas en la década del 80 y que fueron arrasadas en la década del 90 ese era Néstor Kirchner. Los y las argentinas de buena fe no podrán negar, y más allá de las diferencias políticas, y en algún momento deberán reconocer el salto cualitativo que significó su gestión para los derechos humanos e independencia del Poder Judicial, la lucha contra toda forma de discriminación, su trabajo por la inclusión, la mayor equidad, sus políticas internacionales y su vocación latinoamericanista, el desbaratamiento de sectores facciosos, en sectores económicos y corporativos. Y una humildad infinita para asumirse como un hombre común.
Lo que no puedo dejar de destacar, como mujer de la política y como feminista, más alla de sus dotes públicas, su calidad humana, su simpleza, su apertura, su calidez y su compañerismo, con su pareja de toda la vida sólo un hombre fuera de serie teniendo el apoyo político y sindical que él tenía, es capaz de dar un paso al costado y reconocer a su compañera como par. Y poder acompañar con respeto y reconocimiento a las virtudes y valores de su compañera y par. Por todo esto, con gran tristeza y dolor ante esta pérdida irreparable creo que los y las argentinas, los unos/as y los otros/as de buena voluntad, de buena fe, debemos revobinar y unir fuerzas con firmeza de convicciones, sin violencia ni divisiones, facciosas y superfluas. Alfonsín inició, Kirchner profundizó y los y las argentinas que menos tienen, que más están urgidos de que ocurran esas transformaciones postivas, pero que todos y todas necesitamos, no sólo para bien de nuestra Patria, sino para ser mejores personas.