Parlamento de las Mujeres: las voces de ellas por sí mismas

Por María José Lubertino

La creación e institucionalización del Parlamento de las Mujeres implica un paso importante en la consolidación del trabajo de articulación de la sociedad civil con sus representantes.

Este paso, que esperamos sea tomado como experiencia a replicar y mejorar por parte de otras legislaturas provinciales y concejos deliberantes, debe analizarse en el devenir del movimiento de mujeres a nivel municipal, nacional y también regional.

A nivel local, en términos de impacto público, con una agenda feminista presente y eficacia en el logro de sanción de leyes y promoción de políticas públicas relevantes, estamos en una etapa de amesetamiento.

Buenos Aires siempre fue pionera en ese sentido: en la década del ’80 y también la del ’90, hubo debates importantísimos con el protagonismo de las mujeres y su articulacion en torno de la red de feministas políticas y otras organizaciones civiles. Muchas participábamos en esta doble militancia. En ese marco se realizaron las primeras sesiones simbólicas en nuestra ciudad.

Vale recordar que casi no había mujeres en las bancas y esas sesiones tenían por objeto visibilizar todo el bagaje de proyectos y propuestas que traíamos a la política y cómo era imprescindible que nos abrieran los espacios necesarios para ocupar los cargos de representación. Contaban con una agenda relacionada con las necesidades de genero y la promoción de igualdad entre varones y mujeres; se priorizaban temáticas de salud sexual y reproductiva, aborto, paridad en el ámbito laboral, educación sexual, licencias por maternidad y paternidad, y un largo etcétera. Todas banderas que hemos desplegado durante estos años y que ya estaban presentes en el protagonismo y en la plataforma del movimiento de mujeres de aquellos años.

Muchas de las mujeres que ocupamos esas bancas hemos dado cuenta de la agenda de género en nuestros proyectos. No obstante, se ha dificultado muchísimo generar bancadas femeninas transversales. Y esto se debe no solamente a contiendas electorales sino también a la imposibilidad de articular con los partidos de derecha que presentan posiciones muchas veces conservadoras o directamente fundamentalistas, que sirven de obstáculo para generar ese piso de
transversalidad.

En los últimos años, en Buenos Aires hemos visto un retroceso enorme a pesar del marco institucional con el que cuenta. Cuando en 1996 redactamos la constitución de la ciudad, le dimos rango constitucional a la igualdad entre varones y mujeres; consagramos la paridad en el acceso y también el goce de todos los derechos sociales, económicos, culturales y de cualquier índole.

Hoy en día estamos en una instancia donde el gobierno municipal toma este plan como un mero hecho burocrático donde no hay un emponderamiento de la dirección de la mujer en términos políticos ni presupuesto destinado para crear las condiciones que tomen las riendas en los cambios que deben producirse. Esta situación no se aprecia más que cosméticamente: hay más mujeres en los lugares de decisión y/o conducción, pero sin prácticas demasiado afines a la agenda de género y menos aún con un discurso comprometido con esta larga lista de asignaturas pendientes.

Es frustrante el contexto en el que hoy viene a trabajar este parlamento porque durante estos años de macrismo no hemos logrado casi ninguno de los ítems que nos habíamos propuesto cuando entramos a esta legislatura hace 3 años. No fue posible sancionar las licencias por paternidad y maternidad ni siquiera para los empleados municipales porque el Estado de la Ciudad dijo que no podía haber una ley que fuera por encima de la paritaria. Así, con la connivencia de la mayoritaria corporación sindical se bloqueó esa posibilidad.

Otra frustración similar fue haber sancionado una ley que creaba una oficina contra la trata de personas y que fuera vetada por el Poder Ejecutivo; misma suerte que corrió la ley de aborto no punible para casos con riesgos de vida o situaciones de violación; allí se estableció un protocolo sumamente restrictivo que viola el propio fallo de la Corte Suprema de Justicia. También fueron vetadas leyes que trataban acerca de nuevas técnicas de reproducción asistida y otras que hacen al mismo aspecto, el de la salud sexual y reproductiva, al derecho de procrear.

Entendemos, por consiguiente, que las más de 50 ONG que vienen a constituir este Parlamento de las Mujeres significan una brisa de aire fresco, porque implica escuchar a las organizaciones que han constituido las mujeres y que trabajan a diario con tantas otras, procedentes de los más distintos barrios, contextos, ideologías.

Corresponde agradecer muy especialmente a todas aquellas que se han acercado a participar; en particular a Virginia Franganillo, Fabiana Tunez y Marta Rosemberg, que de alguna manera han corodinado el trabajo del parlamento a fuerza de dedicación y entusiasmo.

Esperemos que con el correr del tiempo se incentive e incremente la cantidad de organizaciones participantes y se engrose la agenda; pero fundamentalmente aspiramos a que muchas de estas mujeres puedan ir pasando a integrar las lista de los partidos políticos con representación en la legislatura; que este sea un pasaje que funcione como motor e impulsor y colabore a destrabar muchos de los temas que por resistencias del oficialismo hoy están bloqueados.

No puedo dejar de decir que en 2013 puedan haber cambios en la composición de la Legislatura y que más mujeres feministas estén presentes en las bancas porque seguramente eso contribuirá también a que este parlamento pueda ver con mayor facilidad traducido su trabajo en cambios concretos a nivel normativo y el impulso decidido de las politicas publicas porque las mujeres de carne y hueso, las de la vida cotidiana, no pueden esperar mas.

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