ARGENTINA: Espaldarazo científico a la adopción homosexual
Marcela Valente – Inter Press Service News Agency
BUENOS AIRES, oct (IPS) – ¿Quién será la madre y quién el padre de niñas o niños adoptados por parejas del mismo sexo? ¿Qué efectos puede tener una crianza en estas condiciones para el desarrollo de la personalidad infantil?
Estas son algunas de las preguntas que intenta responder un libro de próxima aparición en Argentina, escrito por prestigiosos psicólogos, psiquiatras, pediatras, antropólogos y sexólogos. Sus conclusiones son favorables a la causa de las minorías sexuales.
En el territorio argentino, sólo la ciudad de Buenos Aires admite la unión civil de parejas del mismo sexo. Ahora, la comunidad homosexual se prepara para reclamar una ley nacional, que incluya además el reconocimiento a los derechos de herencia y adopción.
La propuesta sigue en cierto sentido el proyecto del actual gobierno socialista español de instituir el matrimonio de pleno derecho para gays y lesbianas, con todas las garantías para formar familias y administrar y heredar bienes.
La adopción para las minorías sexuales es legal en Holanda, Gran Bretaña, Finlandia, Dinamarca, Suecia, Noruega e Islandia, en varias provincias de Canadá y en algunos distritos de Estados Unidos. Pero no se admite en ningún país de América Latina, ni en Asia o Africa, donde aún algunos países consideran la homosexualidad un delito.
En una respuesta anticipada al seguro debate que desatará esta propuesta en Argentina, el coordinador de salud de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), psicólogo Jorge Raíces Montero, compiló en el libro ”Adopción. Proyecto Nacional de Unión Civil”, textos de 24 expertos en psicoanálisis, derecho de familia, infancia y cuestiones de género.
El temor más difundido es que los menores adoptados por estas parejas carezcan de la figura de madre y de padre que tendrían en una familia tradicional, afectando así negativamente su desarrollo. El estudio se ocupa de este aspecto clave y expone casos ”exitosos” de niñas y niños que fueron criados por parejas no heterosexuales, explicó Raíces Montero a IPS.
En las consideraciones generales del libro, los autores exponen que niñas y niños criados por gays, lesbianas, travestis, transexuales, transgéneros, bisexuales e intersexuales (minorías sexuales conocidas bajo las siglas GLTTTBI) ”no presentan particularidades psicopatológicas” en su desarrollo.
Las funciones de ”paternaje-maternaje son independientes de la orientación sexual o la identidad de género”, afirman.
Hay una serie de supuestos requeridos para la crianza del niño que la sociedad reparte en funciones de maternaje y paternaje, explicó el psicólogo. Para la primera función se reclama una persona capaz de sostener, cuidar, proteger y alimentar, mientras que para la segunda se pide alguien que anime al niño a interactuar con el mundo externo y que ponga límites.
Pero esos roles pueden ser cumplidos por una misma persona o repartirse entre dos del mismo sexo, dijo Raíces Montero.
Los autores coinciden en que los niños criados por parejas no heterosexuales ”son normales”, o ”mejor dicho, están neuróticamente compensados como en cualquier familia clásica”, entendiendo que la normalidad no implica ausencia de conflictos, afirmó el compilador.
La destacada psicoanalista Eva Giberti –autora de varios libros sobre adopción y fundadora de la Escuela para Padres que difundía en los años 70 consejos de educación familiar por televisión– señala en su contribución que el niño ”no necesita una mamá con vagina y un papá con pene” para su desarrollo, anticipó Raíces Montero.
Pero Giberti rescata y valora las funciones que cumplen madres y padres.
La CHA se propone presentar el libro este mes, poco antes de llevar al Congreso legislativo su anteproyecto de unión civil. La iniciativa implica un cambio profundo de las normas que regulan el matrimonio.
La ley de la ciudad de Buenos Aires fue sancionada a fines de 2002 por la legislatura bonaerense.
En virtud de esa ley, las parejas que hayan convivido por un plazo mínimo de dos años, con independencia de su sexo u orientación sexual, pueden inscribirse en un registro de unión civil, con tratamiento similar al de los cónyuges en el ejercicio de derechos, deberes y beneficios que emanen de la normativa dictada por la ciudad.
Pero esto no habilita a las parejas a adoptar hijos ni a heredar, y sólo rige en el distrito capitalino.
La CHA propone llevar la reforma al Código Civil de la Nación e incluir esos capítulos, los más polémicos para este país de 37 millones de habitantes, donde la Iglesia Católica ejerce una gran influencia.
En diálogo con IPS, el presidente de la CHA César Cigliutti admitió que ”será una dura batalla cultural” con los sectores más conservadores de la Iglesia, que asimila el concepto de pareja heterosexual a ”familia natural” y rechaza las uniones de otro tipo.
”La ley sólo permite adoptar a un matrimonio heterosexual o a una persona sola, pero no reconoce a parejas de hecho en general. De todos modos, sabemos que la imagen que más irrita a la Iglesia es la de una familia encabezada por una pareja homosexual”, dijo Cigliutti.
Las normas vigentes, que permiten adoptar a personas solas, habilitan en los hechos a gays y lesbianas a hacer lo mismo, pero ocultando su condición ante la justicia, o formando una pareja con alguien del mismo sexo cuando ya obtuvieron un menor en adopción.
Existen otras situaciones de hecho. Hay parejas lesbianas que ”procrean” mediante fertilización asistida –aunque no todos los centros médicos aceptan realizar esos tratamientos– y parejas del mismo sexo que crían a los hijos biológicos de uno de sus integrantes, nacidos de relaciones heterosexuales.
”No estamos pidiendo permiso para adoptar, podemos hacerlo, pero queremos que se reconozca un derecho que tenemos como ciudadanos”, explicita Raíces Montero.
Cigliutti, uno de los primeros en seguir el trámite de la de unión civil, no oculta su deseo de tener hijos y formar una familia.
”Queremos estar en una lista de adoptantes y esperar, y no ponemos requisitos como hacen algunas parejas heterosexuales, que piden un bebé recién nacido, blanco, o de un determinado sexo”, dijo.
”Si nos dan cinco hermanitos, un niño más grande, o uno con VIH, los vamos a querer también”, aseguró.
De hecho, en la comunidad gay hay ”una necesidad tan grande” de adoptar que son muchos los que aceptan menores bajo cualquier condición, aseveró..
Pero Cigliutti y su compañero quieren primero una ley. ”No queremos poner en riesgo a los chicos que seguramente ya vienen de alguna situación de abandono. En las actuales condiciones, si yo adopto solo y me muero, la justicia podría quitarle el niño a mi pareja”, explicó.
Solo en algunos casos de muerte de un integrante de parejas del mismo sexo, ”y con muchísima suerte”, fallos judiciales reconocieron que lo mejor para el menor era permanecer con el miembro sobreviviente.
Pero inclusive mientras se arribaba a esa sentencia, los menores debían pasar un largo período viviendo en un hogar de tránsito o en un orfanato estatal. (FIN/2004)